El Grupo Sofos tiene el
gusto
de invitarle a la conversación:
de invitarle a la conversación:
Lo mejor de Jaime Garzón:
Ese humor políticamente incorrecto
Ese humor políticamente incorrecto
A cargo de
Sergio Restrepo
Sergio Restrepo
El tema de la sesión de clausura
es “Lo
mejor de Jaime Garzón: ese humor políticamente incorrecto”, a cargo de Sergio Restrepo Jaramillo (Envigado, 1976), quien tiene
estudios de ingeniería mecánica, comunicación social y gastronomía. Perteneció,
entre otras, a las asociaciones Paz de Mentes y Redepaz. En 1999 creó el centro
cultural Stultifera Navis en el barrio Mesa de Envigado, proyecto que dirigió
hasta septiembre de 2005. Es miembro fundador de la Corporación Otraparte. Fue
director del Teatro Pablo Tobón Uribe en la ciudad de Medellín y actualmente se
desempeña como Gerente del Claustro de San Ignacio en Comfama.
Jaime Garzón (1960 - 1999) fue abogado, periodista, humorista y activista social. Su
fuerte crítica frente a la situación política y social del país lo convirtió en
blanco de diversos ataques. En la madrugada del 13 de agosto de 1999, mientras conducía
hacia los estudios de Radionet, emisora donde trabajada, la camioneta de Garzón
fue interceptada por dos sicarios que terminaron con su vida.
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Entrada libre
Lugar: Casa
Museo Otraparte / Carrera 43A n.º 27A Sur - 11 / Envigado
Fecha: Noviembre
4 de 2017
Hora: 2:30 p. m.
Escuchar transmisión en vivo:
Para participación y realizar preguntas
en línea, favor comunicarse
a nuestra línea 448 24 04 o a nuestro correo: gruposofos@gmail.com
a nuestra línea 448 24 04 o a nuestro correo: gruposofos@gmail.com
Para obtener información adicional puede comunicarse
con nosotros al correo electrónico gruposofos@gmail.com. En nuestro blog http://gruposofos.blogspot.com podrá consultar la programación, la metodología
de trabajo y la presentación del grupo. O puede también comunicarse con la Casa
Museo Otraparte: Teléfono: 448 24 04 - Correo electrónico: otraparte@otraparte.org - Sitio web: www.otraparte.org.
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Ningún
hombre público se enoje; recuerden que el pueblo tiene los derechos de
espectador y que la vida de los pobres sería infernal si nos prohibieran la
risa. Hay que respetar al corazón humano: el que no manda se ríe del mandón; el
pobre se burla del rico, y así la vida es posible sin necesidad de tragedias.
Para
terminar, visto el difícil programa que nos hemos dado invocaremos a monsieur Voltaire: Marchad siempre por el camino de la verdad…,
burlándoos.
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Lectura preliminar
Por
Miguel Reyes
El
irreverente, el imitador, el periodista, el político: la conciencia de
Colombia. Semana.com le rinde un homenaje, tras 16 años de impunidad,
recordando sus mejores momentos.
“Y hasta aquí los deportes, ¡país
de mierda!”. La gente recuerda la frase de César Augusto Londoño el día en que
mataron a Jaime Garzón con el mismo dolor que él. La cara de frustración, casi
de llanto, con la que golpeó la mesa y terminó su emisión del noticiero quedará
para siempre en la memoria de los colombianos. Ese día se esfumó la esperanza y
la alegría de un personaje que sabía cómo reírse del poder.
Y es que año tras año su muerte
les duele más a quienes lo seguían. Para ellos aún resulta absurdo, doloroso,
intempestivo, pero sobre todo injusto. Una muerte sobre la que hay pistas,
señalamientos e investigaciones, pero no justicia. “Desde el día de su muerte
ha habido esfuerzos por justificar su crimen y desviar la investigación”, dice
su hermano mayor Alfredo Garzón.
“Matan a Jaime Garzón y matan no
sólo la vida sino la alegría. Y matan las ganas de seguir viviendo”, escribió
Alberto Aguirre al poco tiempo de su muerte. Pero Jaime parecía no temerle a la
muerte, se burlaba de ella aunque sintiera que estaba cerca. Anunciaba que
todos los días se ponía ropa interior limpia para que cuando lo mataran no
fueran a encontrar un “cadáver con los calzoncillos cagados”.
Su legado, en buena parte, se
debe a que supo hacer reír diciendo las más crudas verdades. Desafió la
formalidad, la academia, las instituciones, la política y a los políticos. Su
rebeldía y su ingenio lo hicieron ser quien fue.
Empezó tres carreras y no terminó
ninguna. En la que más aguantó fue en Derecho, en la Universidad Nacional, pero
no recibió el diploma, entre otras razones, porque le puso al perro de Zoociedad el nombre de un profesor que
no le gustaba: Ricardo Sánchez, y porque en una ocasión metió una cabra a la
facultad.
Cuentan que en otras ocasiones,
antes de que comenzara alguna clase, sermoneaba alargando las vocales como un
sacerdote: “Hoy tenemos parciaaaaal y todos nos vamos a rajaaaaar”. A lo que los
compañeros respondían: “Aaamééén”.
Esas son apenas un par de
anécdotas de un hombre que fungió como actor, político, periodista,
presentador, comediante e imitador, que nunca paró de vivir intensamente y de
hacer reír a millones.
“Jaime era un poco de cada uno de
sus personajes: tan Godofredo como tan Néstor Elí, tan compañero John Lenin
como tan Dioselina, en fin, era un pedacito de cada uno”, recuerda su hermana
Marisol en un reciente especial de Señal
Colombia que reunió a los protagonistas de su época para hacerle un
homenaje.
“Él quería llegar a donde llegó:
a ser Heriberto de la Calle. Uno no sabía si era Heriberto o era Jaime”, agrega
Jon James Orozco, editor del programa político Zoociedad. Era todos y ninguno. No en vano hasta el día de hoy, 16 años
después de su muerte, ningún programa de humor político se asemeja a los suyos.
Sus mensajes podían llegarle a
todo el mundo, era un gran conciliador y un defensor incansable de los derechos
humanos. Se reía de la izquierda, de la derecha y de las peores tragedias del
país. Tenía mucho por decir y lo decía: sus denuncias daban risa pero dolían.
Supo hacer un diagnóstico del presente y tuvo una mirada profética del país (en
1997 dio una conferencia que muchos han recordado ahora cuando se cumplen 16 años
de su muerte).
Quienes lo conocieron de cerca
dicen que si viviera hoy probablemente sería una voz clave en las negociaciones
de paz. “Él contribuyó mucho a que esta sociedad se volviera más democrática
porque no hubo personaje a quien respetara. Nadie. Empezando por el presidente
de la República, pasando por el cardenal, o quien fuera. Y todo el mundo se
reía. Le fue quitando a esta sociedad ese sentido de reverencia y de estratos.
Le prestó un gran servicio al país”, reconoce el expresidente César Gaviria.
Su colega en el noticiero Quac, Diego León Hoyos, agradece haber
trabajando junto a él. “Hay una cantidad de clichés que no quisiera reproducir
pero que son ciertos: Jaime era un genio, verdaderamente un genio, y los genios
son terribles porque son solitarios, profundamente egoístas, de la misma manera
como pueden ser generosos, tienen un temperamento volcánico y son muy
vanidosos”.
Su padre, Félix María Garzón, de
quien heredó buena parte de su talento para la imitación, murió a los 38 años.
Ese vacío lo llevó a decir que no quería llegar a los 40, pues le parecía
inmoral e irrespetuoso vivir más que su papá. Y así fue: murió a los 38 años,
el 13 de agosto del 99.
Ese día los noticieros, las
calles, las plazas, los muros no daban abasto para homenajearlo y llorarlo.
Gente de todos los estilos, estratos y tendencias políticas salió con flores y
pañuelos a expresar su dolor y a rechazar su asesinato. Jaime Garzón fue
despedido como un hombre querido, respetado e influyente para esta nación.
Nadie comprendía por qué habían matado a alguien que se dedicaba a hacer reír.
“Hoy enterramos a Jaime, pero qué
fracaso el de sus asesinos”, dijo Félix de Bedout en el noticiero de ese día.
“Jaime siempre soñó con morir joven, era un tema que lo obsesionaba, pero las
balas de la intolerancia le quitaron la vida en el momento en que más enamorado
estaba de su trabajo”, se lamentó Ximena Aulestia en el suyo.
“Yo apenas ese día entendí que
Garzón era una conciencia diferente para el país, no era el payaso, el
imitador, el periodista, el medio político. Era eso y mucho más”, recuerda
Néstor Morales, quien estuvo con él segundos antes de que le dispararan, a las
5:45 de la mañana, muy cerca de los estudios de Radionet, a donde se dirigía a trabajar.
En su última entrevista Jaime
insinuó, con una canción, que quería morir de manera singular. Puede que en
Colombia ser asesinado a balazos por sicarios en moto no sea una forma muy
singular de morir. Lo singular fue su vida.
Fuente:
Grupo Sofos
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