domingo, 17 de diciembre de 2017

Ciclo 2018: Primeras conferencias....


PROGRAMACIÓN DEL SEMINARIO 2018.


SOFOS - CICLO DE CONFERENCIAS 2018
Seminario Problemas Colombianos Contemporáneos


"SOÑADORES DE UNA COLOMBIA MEJOR”

FECHA
TEMA
INVITADO


FEB 17

LECCIÓN INAUGURAL:

Qué sueña la juventud para una Colombia mejor?


LUCIA GONZALEZ




MARZO 3

Celebración con Proyecto Matacandelas:

SOÑAR EL TEATRO.


Cristóbal Peláez
 y su Grupo



MARZO 17

Proyecto Nuestra Gente:

SOÑAR NUESTRA GENTE


Jorge Blandon –
 Ana Cristina Monroy


Abril 7

Otros soñadores

Frank Báez - Laura Mejía


ABR 21

FOTOGRAFO DEL SER HUMANO



Jesús Abad Colorado


Mayo 5

Dar Solidaridad al Otro – darle sueños- volverlo Útil

Ana Cristina Aristizabal



MAY 19

Soñar el ser humano

Padre Gabriel Díaz



JUNIO 2

Soñar la ciudad para sus habitantes.


Jorge Melguizo



martes, 31 de octubre de 2017

Comunicado N°11 Jaime Garzon.


El Grupo Sofos tiene el gusto
de invitarle a la conversación:
Lo mejor de Jaime Garzón:
Ese humor políticamente incorrecto

A cargo de
Sergio Restrepo

El tema de la sesión de clausura es “Lo mejor de Jaime Garzón: ese humor políticamente incorrecto”, a cargo de Sergio Restrepo Jaramillo (Envigado, 1976), quien tiene estudios de ingeniería mecánica, comunicación social y gastronomía. Perteneció, entre otras, a las asociaciones Paz de Mentes y Redepaz. En 1999 creó el centro cultural Stultifera Navis en el barrio Mesa de Envigado, proyecto que dirigió hasta septiembre de 2005. Es miembro fundador de la Corporación Otraparte. Fue director del Teatro Pablo Tobón Uribe en la ciudad de Medellín y actualmente se desempeña como Gerente del Claustro de San Ignacio en Comfama.
Jaime Garzón (1960 - 1999) fue abogado, periodista, humorista y activista social. Su fuerte crítica frente a la situación política y social del país lo convirtió en blanco de diversos ataques. En la madrugada del 13 de agosto de 1999, mientras conducía hacia los estudios de Radionet, emisora donde trabajada, la camioneta de Garzón fue interceptada por dos sicarios que terminaron con su vida.

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Entrada libre
Lugar:            Casa Museo Otraparte / Carrera 43A n.º 27A Sur - 11 / Envigado
Fecha:            Noviembre 4 de 2017
Hora:             2:30 p. m.
Escuchar transmisión en vivo:


Para participación y realizar preguntas en línea, favor comunicarse
a nuestra línea 448 24 04 o a nuestro correo:
gruposofos@gmail.com
Para obtener información adicional puede comunicarse con nosotros al correo electrónico gruposofos@gmail.com. En nuestro blog http://gruposofos.blogspot.com podrá consultar la programación, la metodología de trabajo y la presentación del grupo. O puede también comunicarse con la Casa Museo Otraparte: Teléfono: 448 24 04 - Correo electrónico: otraparte@otraparte.org - Sitio web: www.otraparte.org.

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Ningún hombre público se enoje; recuerden que el pueblo tiene los derechos de espectador y que la vida de los pobres sería infernal si nos prohibieran la risa. Hay que respetar al corazón humano: el que no manda se ríe del mandón; el pobre se burla del rico, y así la vida es posible sin necesidad de tragedias.
Para terminar, visto el difícil programa que nos hemos dado invocaremos a monsieur Voltaire: Marchad siempre por el camino de la verdad…, burlándoos.



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Lectura preliminar
Jaime Garzón, el hombre
que hizo reír y llorar a un país

Por Miguel Reyes


El irreverente, el imitador, el periodista, el político: la conciencia de Colombia. Semana.com le rinde un homenaje, tras 16 años de impunidad, recordando sus mejores momentos.
“Y hasta aquí los deportes, ¡país de mierda!”. La gente recuerda la frase de César Augusto Londoño el día en que mataron a Jaime Garzón con el mismo dolor que él. La cara de frustración, casi de llanto, con la que golpeó la mesa y terminó su emisión del noticiero quedará para siempre en la memoria de los colombianos. Ese día se esfumó la esperanza y la alegría de un personaje que sabía cómo reírse del poder.
Y es que año tras año su muerte les duele más a quienes lo seguían. Para ellos aún resulta absurdo, doloroso, intempestivo, pero sobre todo injusto. Una muerte sobre la que hay pistas, señalamientos e investigaciones, pero no justicia. “Desde el día de su muerte ha habido esfuerzos por justificar su crimen y desviar la investigación”, dice su hermano mayor Alfredo Garzón.
“Matan a Jaime Garzón y matan no sólo la vida sino la alegría. Y matan las ganas de seguir viviendo”, escribió Alberto Aguirre al poco tiempo de su muerte. Pero Jaime parecía no temerle a la muerte, se burlaba de ella aunque sintiera que estaba cerca. Anunciaba que todos los días se ponía ropa interior limpia para que cuando lo mataran no fueran a encontrar un “cadáver con los calzoncillos cagados”.
Su legado, en buena parte, se debe a que supo hacer reír diciendo las más crudas verdades. Desafió la formalidad, la academia, las instituciones, la política y a los políticos. Su rebeldía y su ingenio lo hicieron ser quien fue.
Empezó tres carreras y no terminó ninguna. En la que más aguantó fue en Derecho, en la Universidad Nacional, pero no recibió el diploma, entre otras razones, porque le puso al perro de Zoociedad el nombre de un profesor que no le gustaba: Ricardo Sánchez, y porque en una ocasión metió una cabra a la facultad.
Cuentan que en otras ocasiones, antes de que comenzara alguna clase, sermoneaba alargando las vocales como un sacerdote: “Hoy tenemos parciaaaaal y todos nos vamos a rajaaaaar”. A lo que los compañeros respondían: “Aaamééén”.
Esas son apenas un par de anécdotas de un hombre que fungió como actor, político, periodista, presentador, comediante e imitador, que nunca paró de vivir intensamente y de hacer reír a millones.
“Jaime era un poco de cada uno de sus personajes: tan Godofredo como tan Néstor Elí, tan compañero John Lenin como tan Dioselina, en fin, era un pedacito de cada uno”, recuerda su hermana Marisol en un reciente especial de Señal Colombia que reunió a los protagonistas de su época para hacerle un homenaje.
“Él quería llegar a donde llegó: a ser Heriberto de la Calle. Uno no sabía si era Heriberto o era Jaime”, agrega Jon James Orozco, editor del programa político Zoociedad. Era todos y ninguno. No en vano hasta el día de hoy, 16 años después de su muerte, ningún programa de humor político se asemeja a los suyos.
Sus mensajes podían llegarle a todo el mundo, era un gran conciliador y un defensor incansable de los derechos humanos. Se reía de la izquierda, de la derecha y de las peores tragedias del país. Tenía mucho por decir y lo decía: sus denuncias daban risa pero dolían. Supo hacer un diagnóstico del presente y tuvo una mirada profética del país (en 1997 dio una conferencia que muchos han recordado ahora cuando se cumplen 16 años de su muerte).
Quienes lo conocieron de cerca dicen que si viviera hoy probablemente sería una voz clave en las negociaciones de paz. “Él contribuyó mucho a que esta sociedad se volviera más democrática porque no hubo personaje a quien respetara. Nadie. Empezando por el presidente de la República, pasando por el cardenal, o quien fuera. Y todo el mundo se reía. Le fue quitando a esta sociedad ese sentido de reverencia y de estratos. Le prestó un gran servicio al país”, reconoce el expresidente César Gaviria.
Su colega en el noticiero Quac, Diego León Hoyos, agradece haber trabajando junto a él. “Hay una cantidad de clichés que no quisiera reproducir pero que son ciertos: Jaime era un genio, verdaderamente un genio, y los genios son terribles porque son solitarios, profundamente egoístas, de la misma manera como pueden ser generosos, tienen un temperamento volcánico y son muy vanidosos”.
Su padre, Félix María Garzón, de quien heredó buena parte de su talento para la imitación, murió a los 38 años. Ese vacío lo llevó a decir que no quería llegar a los 40, pues le parecía inmoral e irrespetuoso vivir más que su papá. Y así fue: murió a los 38 años, el 13 de agosto del 99.
Ese día los noticieros, las calles, las plazas, los muros no daban abasto para homenajearlo y llorarlo. Gente de todos los estilos, estratos y tendencias políticas salió con flores y pañuelos a expresar su dolor y a rechazar su asesinato. Jaime Garzón fue despedido como un hombre querido, respetado e influyente para esta nación. Nadie comprendía por qué habían matado a alguien que se dedicaba a hacer reír.
“Hoy enterramos a Jaime, pero qué fracaso el de sus asesinos”, dijo Félix de Bedout en el noticiero de ese día. “Jaime siempre soñó con morir joven, era un tema que lo obsesionaba, pero las balas de la intolerancia le quitaron la vida en el momento en que más enamorado estaba de su trabajo”, se lamentó Ximena Aulestia en el suyo.
“Yo apenas ese día entendí que Garzón era una conciencia diferente para el país, no era el payaso, el imitador, el periodista, el medio político. Era eso y mucho más”, recuerda Néstor Morales, quien estuvo con él segundos antes de que le dispararan, a las 5:45 de la mañana, muy cerca de los estudios de Radionet, a donde se dirigía a trabajar.
En su última entrevista Jaime insinuó, con una canción, que quería morir de manera singular. Puede que en Colombia ser asesinado a balazos por sicarios en moto no sea una forma muy singular de morir. Lo singular fue su vida.

Fuente:

Grupo Sofos
Correo electrónico: gruposofos@gmail.com

martes, 17 de octubre de 2017

Comunicado Nº 010 RAFAEL POMBO.




El Grupo Sofos tiene el gusto
de invitarle a la conversación:

Rafael Pombo
La hora de tinieblas

A cargo de
Alberto González

El tema de la próxima sesión es “Rafael Pombo: La hora de tinieblas”, a cargo de Alberto González Rodríguez, músico, artista plástico, profesor de Matemáticas y del postgrado en Estética de la Universidad Nacional, sede Medellín, en cuya emisora cultural dirige el programa de música “Tertulia Divertimento”.

Rafael Pombo Rebolledo (1833-1912) fue poeta, periodista y traductor bogotano. “Tras cien años de su muerte, el poeta santafereño nos sigue sorprendiendo con su excelsa pluma. Cada vez que nos sumergimos en sus obras completas, descubrimos nuevas historias y musicalidades que nos recuerdan que los valores son eternos y fundamentales para la educación de niños, jóvenes y adultos, especialmente en tiempos de confusión y exacerbado materialismo” (Prólogo de Carlos Vives en El libro mágico de Pombo 2). “Nos enseña el amor profundo del poeta por nuestra tierra y por nuestra gente. Sus fábulas son un llamado a cultivarnos en los más altos principios, en el amor a nuestra lengua castellana y en el sentido más humano de nuestra cultura” (Carlos Vives en El Colombiano).

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Entrada libre
Lugar:            Casa Museo Otraparte / Carrera 43A n.º 27A Sur - 11 / Envigado
Fecha:            Octubre 21 de 2017
Hora:              2:30 p. m.


Escuchar transmisión en vivo:

Para participación y realizar preguntas en línea, favor comunicarse
a nuestra línea 448 24 04 o a nuestro correo:
gruposofos@gmail.com

Para obtener información adicional puede comunicarse con nosotros al correo electrónico gruposofos@gmail.com. En nuestro blog http://gruposofos.blogspot.com podrá consultar la programación, la metodología de trabajo y la presentación del grupo. O puede también comunicarse con la Casa Museo Otraparte: Teléfono: 448 24 04 - Correo electrónico: otraparte@otraparte.org - Sitio web: www.otraparte.org.
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Lectura preliminar

¡Rinrín Renacuajo!
Por Aura Lucía Mera

Rafael Pombo fue un visionario. Nunca imaginó que algún día sus poemas, en principio dedicados a niños, describirían con exactitud la actualidad de la política colombiana. Los leo y releo y no doy crédito. Veo reflejados en sus estrofas a políticos, magistrados, corruptos, lagartos. Todo el despelote que estamos viviendo ya lo vaticinó en sus rimas.

Dejo a la mirada alerta y sagaz del lector descubrir las similitudes o las “coincidencias” con la realidad. Vamos a ver qué se pillan.

“El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo, / Salió esta mañana muy tieso y muy majo / Con pantalón corto, corbata a la moda, / Sombrero encintado y chupa de boda. [...]

Halló en el camino a un ratón vecino, / Y le dijo: ‘¡Amigo! Venga usted conmigo, / Visitemos juntos a doña Ratona / Y habrá francachela y habrá comilona’. [...]

Mas estando en esta brillante función / De baile y cerveza, guitarra y canción, / La Gata y sus Gatos salvan el umbral, / Y vuélvese aquello el juicio final.

Doña Gata vieja trinchó por la oreja / Al niño Ratico maullándole: ‘¡Hola!’. / Y los niños Gatos a la vieja Rata / Uno por la pata y otro por la cola. [...]

Y así concluyeron, uno, dos, y tres, / Ratón y Ratona, y el Rana después; / Los Gatos comieron y el Pato cenó, / ¡Y mamá Ranita solita quedó!”.

“Mirringa Mirronga, la gata Candonga / Va a dar un convite jugando escondite. [...] / Que vengan las Fuñas y las Funfurriñas / Y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas...”.

“Confieso mi gran delito / Y purgarlo es menester, [...] / ¡Oh mamita! Dame palo / ¡Pero dame qué comer!”.

“Viénele a un mono la chusca idea / De ornar con flores a una marrana...”.

“Érase un búho, dechado / De egoísmo el más perfecto, / De todo siempre esquivado, / Cual si diera resfriado / Su agrio, antipático aspecto. / ‘¿Por qué me aborrecerán?’ [...] / ‘Ama, ¡oh búho!, y te amarán’”.

“Érase una viejecita / Sin nadita qué comer / Sino carnes, frutas, dulces, / Tortas, huevos, pan y pez.
Y esta vieja no tenía / Ni un ranchito en qué vivir / Fuera de una casa grande / Con su huerta y su jardín...”.

“Al fin paró el coche / Ya entrada la noche, / Y abriolo el gentío / Con gran reverencia, / Y (¡extraña ocurrencia!) / Lo hallaron... ¡vacío!

Tal es, en retrato, / Más de un mentecato / De muchos que encuentro. / ¡Qué afán! ¡Qué aparato! / Y nada por dentro”.

“Michín dijo a su mamá: ‘Voy a volverme Pateta, / Y el que a impedirlo se meta / En el acto morirá. / Ya le he robado a papá / Daga y pistolas; ya estoy / Armado y listo; y me voy / A robar y matar gente, / Y nunca más (¡ten presente!) / Verás a Michín desde hoy”.

Y así anda la cosa... Muchos tratando de pescar “en el balde de mamá Leonor” o llamando al pastelero sin tener cuartillos con qué pagarlos, o colándose en la boca de un pato tragón que se los embucha de un solo estirón. De este revoltijo de ñoños, funfurruñas, viejecitas sin nadita que comer, gatos bandidos, ratones un busca de francachela y comilona, lagartos que mueven la cola y hacen ruido, pero se camuflan de cualquier color para sobrevivir las hecatombes, de antiguas fuerzas revolucionarias que tienden el símbolo de una inocente rosa, de escapados de cambios radicales para mendigar firmitas, no se sabe qué caldo sabrá...

Será un caldo pesado, para probarlo con cuidado, porque cada tacita ofrecida tendrá su ponzoña adentro, por más salsa blanca que le pongan para adornar.

Yo, mientras tanto, oigo, miro, leo...

Fuente:
Mera, Aura Lucía. “¡Rinrín Renacuajo!”. El Espectador, martes 5 de septiembre de 2017.

Grupo Sofos
Correo electrónico: gruposofos@gmail.com

lunes, 18 de septiembre de 2017

Comunicado Nº 009 JORGE ISAACS ( Conversatorio re programado)



El Grupo Sofos tiene el gusto
de invitarle a la conversación:

Jorge Isaacs
La última utopía liberal


A cargo de
María Cristina Restrepo
en conversación con Carlos Bueno

El tema de la próxima sesión es “Jorge Isaacs: la última utopía liberal”, a cargo de María Cristina Restrepo, autora de Verás huir la calma, biografía novelada del autor vallecaucano. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y Lenguas Modernas e Historia del Arte y de la Civilización en el Istituto Internazionale de Roma. Ha traducido textos de R. L. Stevenson, Somerset Maugham, Ambrose Bierce, Washington Irving, H. D. Thoreau, Thonrton Wilder, Oscar Wilde y Mark Twain, entre otros autores. Ha sido profesora universitaria de Literatura Contemporánea, Moderna y de Español. Fue directora del Centro Cultural Luis Echavarría Villegas de la Universidad Eafit y ha estado vinculada a destacados proyectos editoriales y de gestión cultural. Entre sus publicaciones se cuentan El olvido en la obra de Marcel Proust (1986), La vieja casa de la calle Maracaibo (1989), De una vez y para siempre (2000), Amores sin tregua (2006), La mujer de los sueños rotos (2009), El miedo, crónica de un cáncer (2010), Lo que nunca se sabrá (2011), Verás huir la calma (2014) y Al otro lado del mar (2017).

Jorge Isaacs (Cali, 1837 - Ibagué, 1895) fue poeta, novelista, comerciante, periodista, representante conservador, liberal radical, cónsul en Chile, empresario agrícola, educador, militar, revolucionario, explorador científico, etnógrafo y contratista del Gobierno. Padre de familia y casi mártir de la patria en la “Lapidación del Congreso” en mayo de 1878. Como superintendente general de Instrucción Pública intentó adelantar la política educativa del liberalismo radical con la apertura de nuevas normales para formar maestros laicos, capaces de combatir el monopolio pedagógico de la Iglesia. Fue un político colombiano sui géneris, no sólo por haber vislumbrado la posibilidad de un Estado moderno, sino porque conoció la revolución que significa escribir desde el alma. (De una columna de Ana Cristina Restrepo).


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Entrada libre
Lugar:            Casa Museo Otraparte Carrera 43A n.º 27A Sur - 11, Envigado
Fecha:            Octubre 07 de 2017
Hora:              2:30 p. m.
Escuchar transmisión en vivo:
Para participación y realizar preguntas en línea, favor comunicarse
a nuestra línea 448 24 04 o a nuestro correo:
gruposofos@gmail.com
Para obtener información adicional puede comunicarse con nosotros al correo electrónico gruposofos@gmail.com. En nuestro blog http://gruposofos.blogspot.com podrá consultar la programación, la metodología de trabajo y la presentación del grupo. O puede también comunicarse con la Casa Museo Otraparte: Teléfono: 448 24 04 - Correo electrónico: otraparte@otraparte.org - Sitio web: www.otraparte.org.

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Lectura preliminar

Verás huir la calma
Capítulo viii

Nuestra querida Julia Holguín, la viuda de Lisímaco, había vuelto a casarse, esta vez con Francisco Rebolledo, también amigo de la familia. Por aquellos días el matrimonio vivía en Bogotá. Gracias a sus cartas, Alcides y yo recibíamos noticias sobre el desempeño, no siempre ecuánime, de Jorge en el Congreso.

Poco dado a ocultar lo que pensaba, pronunciaba unos discursos acalorados, llenos de esa pasión que lo caracteriza. Como era de esperarse su vehemencia tocó sensibilidades, hirió orgullos y, sin pretenderlo, le fue ganando enemigos. Los conservadores lo criticaban, en especial Carlos y Jorge Holguín. La simpatía era cada día más notoria por la causa liberal. Veían con preocupación el giro que iba dando, temerosos de perder un brillante representante para su causa. A la acusación que le hicieron de estar cambiando de partido, Jorge respondió: “Lo que ocurre es que estoy empezando a ver la luz”.

Siempre he creído que la educación que recibió en el colegio del doctor Lorenzo María Lleras fue el primer paso hacia el cambio político que entonces se manifestaba con tanta claridad. El maestro de rostro anguloso y mirada inteligente se había ganado de inmediato la confianza de Jorge, un niño asustado, que añoraba amargamente la vida en familia, las caricias de doña Manuelita y el afecto de sus hermanas. A su llegada con apenas once años a la capital, necesitó el apoyo de alguien y nadie mejor que el doctor Lleras, hombre polifacético como llegaría a ser su alumno, liberal radical, con unas ideas de justicia y libertad que supo sembrar en la mente del “calentanito”, como lo llamaban sus compañeros.

Poco después de la primera acusación, otro congresista pretendió insultarlo llamándolo miembro de la raza maldita. El que se hiciera referencia a su ancestro judío con la intención de humillarlo, indignó a Jorge. A partir de ese momento comenzó a culpar de nuestros problemas al prejuicio de las personas que lo despreciaban por ser el hijo de don Jorge Enrique, quien, a pesar de haberse convertido al catolicismo, de haberse hecho colombiano, de haber levantado una familia en el valle del Cauca y haber servido con devoción al país, fue considerado por muchos, hasta su muerte, como un extranjero.

En las cartas de Jorge, que a veces llegaban con regularidad y otras se espaciaban de manera preocupante, recomendaba el cuidado de los niños, como si hiciera falta, o la economía en los gastos, como si pudiera ser de otra manera. Se refería continuamente a la intolerancia de los colombianos, a la falta de caridad, a los odios que campeaban en la vida política y económica. Aseguraba que no sentía vergüenza de la raza de su padre. Al contrario, encontraba inspiración para la poesía precisamente en la Biblia, libro que leía por las tardes en su habitación de alquiler, o cuando venía a casa, en la silla de juncos en el jardín.
*****
Pienso, sin querer juzgarlo de manera muy severa, que Jorge fue responsable de la animosidad que despertaba. Desde muy joven ha ostentado un talante orgulloso, con frecuencia arrogante. Basta ver su manera de andar, el gesto desafiante de la cabeza, la mirada taladrante y ese rictus desdeñoso de la boca, para comprender que se considera dueño de la razón. Hasta en la desdichada aventura militar en Antioquia demostró poseer una ambición política tan arraigada, que ni los más violentos ataques por parte de sus oponentes, entre ellos el clero, con su inmenso poder, lograron abatirlo. Sería necesaria la expulsión de la vida pública por parte de aquellos antioqueños a quienes todavía asegura admirar tanto, para alejarlo por las malas de esa actividad que le devolvió muy poco de lo que entregó.

Durante los últimos meses de su militancia en el Partido Conservador, se desempeñaba también como redactor del diario La República. Creo que el periodismo, ejercido de manera permanente, le habría asegurado el éxito, además del tiempo para escribir otras novelas. Pero en el caso de La República, Jorge se encontraba en un dilema: de una parte estaba su inclinación por el periodismo; de otra, las nuevas ideas políticas. Como es bien sabido, el periódico apoyaba el ala moderada del conservatismo, orientación de la cual se había separado ya en su corazón.

*****
Con el tiempo pagaría caro esa celosa fidelidad a sus principios. Su entereza, la honestidad con el nuevo pensamiento que concebía a medida que aumentaba el conocimiento del país, y de los problemas que lo asolaban, fueron las principales razones por las cuales pasó del conservatismo a la masonería, y de ahí al liberalismo radical. Un pecado, al parecer imperdonable, una traición para tantos que presenciaron aquel cambio inevitable. Por ese motivo, años más tarde, cuando la cuestión religiosa llegó al punto más crítico, las autoridades eclesiásticas del Cauca, en combinación con la prensa conservadora, lo atacaron de manera despiadada e injusta.

Su primera participación en el Congreso habría de durar hasta 1869, el año más terrible, el de la muerte de Clementina. Nuestra hijita dejó de existir el 11 de enero en Bogotá, adonde la habíamos llevado en busca de mejores tratamientos, que no surtían efecto, porque la vida se iba apagando en su cuerpo cada día más frágil, atormentado por la enfermedad. Al ver su carita lívida recostada en las almohadas, al verla sonreír débilmente, tratando de darme ánimos, me decía que no había peor suplicio. La niña sabía que iba a morir y aceptaba ese hecho con una serenidad conmovedora. Yo habría dado gustosa mi vida por la suya. En vano oré, le imploré a Dios que me llevara a cambio de ella, rogué de rodillas por un milagro del cielo. Pero de nada valieron mis ruegos. Cuando Clementina exhaló el último suspiro, sin proferir una queja, resignada a lo inevitable, algo en mí murió con ella.

No he dejado de recordar a mi hija un solo día, con una pena que no mengua. Tengo la costumbre de contar cuántos años tendría de haber vivido: catorce, quince, dieciocho, veinte. La imagino transformándose de niña en mujer, viéndola abrirse al amor, a la maternidad. De imaginarla constantemente, me parece verla, una figura blanca que se acerca a mi lecho al amanecer, que se desliza junto a las macetas de flores al fondo del jardín, que está de pie, inmóvil a la orilla del río, contemplando la corriente. Me pregunto si será cierto que los muertos encuentran al otro lado a sus seres queridos. Pero se trata de suposiciones, el consuelo que buscamos cuando la pena es demasiado grande para poder soportarla, cuando el silencio inquebrantable de los que se van, amenaza con destruirnos.

El dolor de Jorge fue inconcebible. Sus sollozos, aferrado al cuerpo de nuestra pequeña, me desgarraban el alma. Hice lo posible por soportar esa doble tragedia: la de perder a la hija más cariñosa y alegre, y la de verlo sufrir de aquella manera. Él mismo cortó sus trenzas, que guardamos en una caja de madera perfumada. La misma que abriríamos este año, para guardar los pañuelos de Elvira Silva.


*****

El nuevo presidente, Santos Gutiérrez, quien confiaba en Jorge como se vería más adelante, inició su Gobierno con una propuesta de convivencia política, encaminada a eliminar los odios partidistas que existían, existen y existirán en el país. Para dar el primer paso les ofreció a dos notables conservadores, el doctor Ignacio Gutiérrez Vergara primero y luego el general antioqueño Pedro Justo Berrío, el cargo de secretario del Tesoro y Crédito Nacional, que ambos declinaron. Pero se había sentado un precedente en un gobierno que pretendía orientarse hacia la moralidad, el desarrollo de la instrucción pública, el entendimiento con la Iglesia, el mejoramiento de las condiciones económicas del país.

En la mayoría de los estados gobernaban los radicales, aunque el Tolima, Antioquia y Cundinamarca tenían gobiernos conservadores. El nuevo presidente recibía un país con recursos menores que las obligaciones del tesoro. Presentó al Congreso una serie de medidas de emergencia encaminadas a reorganizar el crédito nacional, a ordenar el sistema público de pagos. También fijó en 1.500 hombres el pie de fuerza del Gobierno, y presentó un nuevo estatuto de aduanas.

Fue durante el Gobierno de Santos Gutiérrez cuando oí hablar por primera vez de la posible exploración de unos yacimientos de carbón en la Costa Atlántica. Las rentas de ese mineral podrían, según el presidente, eliminar el monopolio de la sal. Además, tenía otro proyecto que apasionaba a Jorge: construir un canal en Panamá, idea que mi marido consideraba fundamental para las exportaciones, y que el presidente pensaba contratar con Estados Unidos. Algo que a simple vista parecía realizable.

*****

Por la época en que pasó a engrosar las filas del liberalismo, con gran indignación por parte de algunos miembros de la familia, de nuestros amigos los Holguín, de sus antiguos copartidarios en la capital, Jorge entró a la masonería.

Llevaba años entregado al estudio de las obras de revolucionarios radicales franceses como Luis Blanc y Joseph Proudhon, que eran masones. Leía a Benjamín Constant, a Alexis de Tocqueville, a Lamartine, a Víctor Hugo, escritores interesados en temas políticos y sociales. Repasaba las teorías de Jeremías Bentham, para quien el interés económico ha sido la fuerza que mueve el alma humana. Lo seducía la influencia de las doctrinas socializantes y liberales que provenían de Francia e Inglaterra. Sostenía largas conversaciones con César Conto, intercambiaban libros. Yo me sentaba a su lado para oírlos hablar. Discutían el papel de la masonería en la difusión del pensamiento libertario en nuestro país y aseguraban que la Revolución francesa había sido portadora en América Latina de las verdaderas ideas de justicia social, que aquí estaban por aplicarse.

Los miembros de las logias masónicas eran personas destacadas en el plano político, económico, intelectual, social. Conto y Jorge mencionaban al general Mosquera, a Florentino González, a Manuel Ancízar, cuyo trabajo en la política, el derecho y el periodismo, ambos admiraban. Era innegable la influencia de José Hilario López, caucano como nosotros, la persona que había sido llamada a cambiar nuestra forma de vida con reformas como la declaración de la libertad de enseñanza, el otorgamiento de libertad a los esclavos, la libertad de imprenta, el juicio con jurado en las causas criminales, la institucionalización del matrimonio civil, la expulsión de los poderosos jesuitas por cuestionar las reformas liberales, la liquidación de todo privilegio eclesiástico por parte del Congreso. Tanto Jorge, como Conto, habrían de defender esas ideas, muchas de ellas contrarias a la educación recibida en la niñez, a la forma de vida de los grandes terratenientes del Valle del Cauca.

La iniciación de Jorge tuvo lugar el día convenido, en Bogotá. Ya bien entrada la noche, debía esperar una señal cerca de la iglesia de Santa Clara. En medio de la oscuridad, un desconocido se acercó con paso lento por la calle desierta. Sin decir palabra le vendó los ojos, lo obligó a dar varias vueltas para que perdiera el sentido de orientación y lo guió a un lugar elevado, pues subieron por lo menos tres tramos de escaleras. Al llegar a una habitación mal iluminada, el desconocido le ordenó quitarse la venda. Jorge pudo ver tapices negros con emblemas en las paredes. Un esqueleto presidía la escena desde un dosel, empuñando una espada en cuya punta había un papel con un mensaje para Jorge: se le preguntaba cuál sería su testamento, llegada la última hora.

Se disponía a responder cuando unos pasos resonaron en el pasillo. Un hombre encapuchado de negro, que llevaba una soga, entró a la habitación. Se acercó a Jorge, le vendó nuevamente los ojos, le quitó la chaqueta, el chaleco, la corbata y los zapatos, le ató las manos y le ordenó seguirlo hasta un lugar en el mismo edificio. Las personas allí reunidas lo interrogaron sobre política y religión.

Jorge sentía el pulso de la sangre en las sienes. El corazón le latía con fuerza. No había imaginado que sentiría tanta emoción y hacía esfuerzos por serenarse. El ritual tenía un misterioso poder que lo conmovía, a pesar de su deseo por mostrarse ecuánime frente a los demás iniciados.

Finalmente se le concedió la luz como neófito, después de lo cual le quitaron la venda para que pudiera ver el templo masónico iluminado por cientos de velas, a los hermanos adornados con bandas, mandiles y condecoraciones. Jorge se puso de rodillas frente a la escuadra y el compás. Juró amar y proteger a los hermanos y respetar a las esposas, hijas y hermanas de los cofrades. Había sido admitido a la logia masónica Estrella del Tequendama, en el grado treinta y tres.

Seguía los dictados de su conciencia. Veía nuevas formas de impulsar el desarrollo del país, más apropiadas al momento histórico que las teorías de los conservadores. Libre de las ataduras de la riqueza, de la posesión de la tierra, del peso de la tradición, de la influencia de la familia, se decidía a ser él mismo.

No dudo que la masonería influyó en su carrera política, dado que en nuestra América es una organización clandestina, dedicada a esa actividad, con unos objetivos que Jorge hizo suyos, tales como la separación entre la Iglesia y el Estado, o la secularización de la enseñanza. Asuntos por los cuales ha combatido de manera ferviente a pesar de las persecuciones, a pesar del desafecto de muchos, entre ellos Miguel Antonio Caro, quien por ese entonces todavía le brindaba su amistad, ofreciéndose una vez más a corregir las pruebas de la segunda edición de María.

Se acercaba el tiempo en que Jorge habría de llevarnos a la más descalabrada aventura económica. Pero, a pesar de las enemistades que se granjeaba, de las dificultades para pagar las deudas en las que incurríamos, a pesar de su ausencia y del temor a perder su amor, a pesar de la trágica muerte de Clementina, nada nos hacía sospechar que en un par de años nos veríamos abocados a ese desastre financiero y moral que se llamó Guayabonegro. Otro nombre de mal agüero, como el de La Caridad.

Fuente:
Restrepo, María Cristina. Veras huir la calma. Luna Libros, Colección América, Bogotá, 2014.
Grupo Sofos
Correo electrónico: gruposofos@gmail.com