Entrada libre
Lugar: Casa Museo
Otraparte
Fecha: 27 de mayo de 2023
Hora: 3:00 p.m.
Ver transmisión en vivo:
Youtube.com/CasaMuseoOtraparte
Otraparte.org/agenda-cultural/sofos/20230527-sofos
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Un
país sin trenes es
un país sin desarrollo
Por LA Network
La semana
anterior, la ministra de Transporte de Colombia, Ángela María Orozco, informó
sobre un nuevo «hito» en el transporte férreo, tras lograr la primera
movilización de un tren lleno de carga de importación y exportación en ambos
sentidos. Se trató de una máquina en el corredor que conecta a La Dorada con el
puerto de Santa Marta (ruta denominada Dorasam). Fueron transportadas 1305
toneladas de carga.
Sin duda fue
una buena noticia. Quizás lo que resulta amargo es constatar, una vez más, el
enorme daño que se le hizo a Colombia al dejar deteriorar y acabar la red
ferroviaria y la Empresa de Ferrocarriles Nacionales, que fue liquidada en
1991. No puede haber perdón para tal despropósito.
Vale la pena
hacer un poco de historia. La primera locomotora a vapor que hubo en el mundo
se llamó Locomotion y fue diseñada en 1825 por George Stephenson y luego
construida por su hijo Robert para la línea entre Stockton y Darlington, al
noreste de Inglaterra. Mientras la gente se acostumbraba a tal maravilla para
la época, estuvo reservada al transporte de mercancía. Sólo en 1833 comenzó a
transportar viajeros de forma regular.
Tres décadas
después de esta novedad, Colombia podría tener su primer tren, que fue el
ferrocarril de Panamá en 1855. Con un contrato de 1850, aprobado por el Congreso
mediante ley de la República, el Gobierno concedió a la compañía Panamá
Railroad Company un privilegio exclusivo para establecer entre los dos océanos
un camino de rieles, el cual sería explotado por un término no menor de 49
años, contados a partir de que el ferrocarril estuviera concluido y prestando
el servicio público.
La obra tuvo
un costo inicial de ocho millones de pesos, inició en el lado del Atlántico, en
la isla de Manzanillo; la carrilera era doble, de vía normal, su ancho era de
144 cm. Ya en 1852 la obra tenía 24 kilómetros construidos y este mismo año
surge la población de Colón; en 1854 la línea llega a la garganta de La Culebra
con un total de 52 kilómetros, y en enero de 1855 se puso definitivamente el
último riel en la ciudad de Panamá con un total de 80 kilómetros construidos.
Luego de este
primer tren, vendrían muchos nuevos proyectos entre finales del siglo xix e inicios del siglo xx, algunos más exitosos que otros, y
logramos como país tener una red medianamente decente. Tuvimos cerca de 20
ferrocarriles activos y 4.017 kilómetros de líneas férreas, de las que operaron
casi la mitad. El resto se perdió.
Eso sí, fue
innegable el aporte de la red férrea al progreso nacional. Como bien lo dice
una crónica de la revista Semana: «El transporte férreo trajo
desarrollo. Resolvió el problema de la comunicación entre las ciudades
centrales y el río Magdalena. Unió a la capital con los puertos. Fue
estratégico para que Medellín y Cali se convirtieran en capitales relevantes y
consolidó urbes como Palmira y Buenaventura». El ferrocarril, además, benefició
al sector cafetero, al impulsar la exportación del grano.
Pero los malos
manejos administrativos, financieros, la violencia derivada del conflicto
armado y la corrupción —que no ha cesado en Colombia— acabaron la red y con la
entidad encargada de su manejo hasta finales de los 90, lo que ha significado
un retraso industrial de casi 50 años.
Nadie podrá
discutir que un país como Estados Unidos debe muchísimo de su liderazgo
económico a una fuerte, robusta y expandida red ferroviaria, y que muchos
países siguen promoviendo el uso del tren tanto para el transporte de mercancía
como de pasajeros. China, por ejemplo, se ha propuesto la meta de tener 150.000
kilómetros de ferrocarril en 2020, y 200.000 en 2030. Estos países tienen
clarísima la influencia e impacto positivo de una buena red ferroviaria.
Lo diré
claramente: sin trenes no puede haber desarrollo. Ojalá el Gobierno nacional
comprenda este asunto y más en un momento en el que una gran infraestructura
como esta puede incentivar la reactivación económica y social en la era
Poscovid. Vale decir que, según datos del propio Ministerio de Transporte, el
51 % de la antigua red ferroviaria se encuentra en condiciones operables o
tiene potencial de tenerla a corto plazo. Tenemos que ser más ambiciosos que
mover unas pocas toneladas de carga. Es imperativo recuperar la red
ferroviaria.
Fuente:
LA.Network/un-pais-sin-trenes-es-un-pais-sin-desarrollo, 31 de agosto de 2020.
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