El TLC no es solo agro e industria
Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 13 de agosto de 2006
Es sabido que las pérdidas agropecuarias del TLC van a ser inmensas, y puede demostrarse que las industriales serán mayores. Pero pocos conocen que el TLC es mucho más que comercio y que otras cláusulas incluso harán más daños. Porque las normas sobre importaciones y exportaciones ocupan seis capítulos del Tratado (100 páginas) y este tiene 23 capítulos (315 páginas, sin las 1.216 de los anexos y sin las de los otros tratados a los que ordena ingresar), los cuales adquirirán un rango parecido al de la Constitución (108 páginas), en el sentido de que nada podrá hacerse en Colombia que contradiga su texto.
El Tratado, como en una operación quirúrgica, le quita al país cada uno de los instrumentos que Estados Unidos y las demás potencias económicas usaron para desarrollarse. Se repite así la vieja maniobra imperialista que Friedrich List explicó como la de subir por la escalera y, una vez arriba, pegarle una patada a esta para que nadie más consiga llegar. Cómo será el TLC que se define como un OMC Plus, es decir, que con este la Casa Blanca impone capítulos enteros que no logró imponer en dicha organización neoliberal. ¡Y las normas de la OMC, que se aplican desde 1990, generaron el mayor retroceso de la historia del país!
El capítulo de propiedad intelectual fortalecerá el monopolio de las trasnacionales estadounidenses en contra de que Colombia desarrolle ciencia y tecnología, la base de todo progreso. Así, además y según la Organización Panamericana de la Salud, se elevarán los costos de los medicamentos en novecientos millones de dólares al año, pues no es cierto que esto lo impida una carta adjunta en el TLC, dado que Estados Unidos no la firmó. ¿Por qué el minComercio publica como parte del Tratado este y otros documentos que no suscribieron los estadounidenses? Habrá patentes para plantas y tampoco es cierto que se proteja la biodiversidad nacional ni los conocimientos tradicionales.
Colombia no podrá darles, en su territorio, ventajas económicas a los colombianos frente a los estadounidenses, lo que lesionará la inversión interna y les entregará a estos extranjeros el derecho a ganarse casi todos los contratos de las compras estatales. El TLC les otorga a los gringos la prerrogativa escandalosa, que no tendrán los colombianos y que no es parte de la OMC, de exigir indemnizaciones por “expropiación indirecta”, la cual aparecerá cuando una decisión estatal afecte, ¡no las propiedades sino las ganancias esperadas de una inversión suya en el país! ¡Y esta cláusula leonina cabe incluso contra decisiones en salud, educación y servicios públicos! ¡Un buen truco, además, para hacer irreversibles las privatizaciones!
El TLC les crea a los inversionistas estadounidenses una justicia especial para sus controversias con el Estado colombiano. Dice que se aplicará el derecho económico “consuetudinario”, explicado como el tradicionalmente usado por las trasnacionales en el mundo. ¿No se supone que el primer criterio de un contrato, como el TLC, es la precisión de las cláusulas? Le quita a Colombia casi todos los instrumentos con los que los países se protegen en las crisis financieras y de balanza de pagos, decisión monstruosa de estirpe colonialista. Y los colombianos podrán irse a trabajar a Estados Unidos, pero si aceptan empleos basura y entran por “el hueco”.
En telecomunicaciones se obliga a las empresas públicas colombianas a alquilarles sus redes, y a bajo precio, a los competidores gringos, los cuales ni siquiera tendrán que instalarse en el país. Y ya se supo que en parte la privatización de Telecom fue para adecuarse al TLC, porque este impone la absoluta igualdad entre las empresas del Estado y las trasnacionales de Estados Unidos. ¿No es el colmo igualar los derechos de la nación colombiana, expresada en su Estado, con los de cualquier mercachifle extranjero?
Y el TLC aumentará los negocios financieros de los estadounidenses en Colombia. En general sobre el tema, George Soros comentó: “Permitir que los bancos extranjeros entren en los mercados nacionales es un asunto totalmente distinto. Es probable que se lleven la mejor parte de todo el mercado donde disfrutan de ventajas competitivas y que dejen a los negocios minoristas menos rentables sin existencias”.
Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 13 de agosto de 2006
Es sabido que las pérdidas agropecuarias del TLC van a ser inmensas, y puede demostrarse que las industriales serán mayores. Pero pocos conocen que el TLC es mucho más que comercio y que otras cláusulas incluso harán más daños. Porque las normas sobre importaciones y exportaciones ocupan seis capítulos del Tratado (100 páginas) y este tiene 23 capítulos (315 páginas, sin las 1.216 de los anexos y sin las de los otros tratados a los que ordena ingresar), los cuales adquirirán un rango parecido al de la Constitución (108 páginas), en el sentido de que nada podrá hacerse en Colombia que contradiga su texto.
El Tratado, como en una operación quirúrgica, le quita al país cada uno de los instrumentos que Estados Unidos y las demás potencias económicas usaron para desarrollarse. Se repite así la vieja maniobra imperialista que Friedrich List explicó como la de subir por la escalera y, una vez arriba, pegarle una patada a esta para que nadie más consiga llegar. Cómo será el TLC que se define como un OMC Plus, es decir, que con este la Casa Blanca impone capítulos enteros que no logró imponer en dicha organización neoliberal. ¡Y las normas de la OMC, que se aplican desde 1990, generaron el mayor retroceso de la historia del país!
El capítulo de propiedad intelectual fortalecerá el monopolio de las trasnacionales estadounidenses en contra de que Colombia desarrolle ciencia y tecnología, la base de todo progreso. Así, además y según la Organización Panamericana de la Salud, se elevarán los costos de los medicamentos en novecientos millones de dólares al año, pues no es cierto que esto lo impida una carta adjunta en el TLC, dado que Estados Unidos no la firmó. ¿Por qué el minComercio publica como parte del Tratado este y otros documentos que no suscribieron los estadounidenses? Habrá patentes para plantas y tampoco es cierto que se proteja la biodiversidad nacional ni los conocimientos tradicionales.
Colombia no podrá darles, en su territorio, ventajas económicas a los colombianos frente a los estadounidenses, lo que lesionará la inversión interna y les entregará a estos extranjeros el derecho a ganarse casi todos los contratos de las compras estatales. El TLC les otorga a los gringos la prerrogativa escandalosa, que no tendrán los colombianos y que no es parte de la OMC, de exigir indemnizaciones por “expropiación indirecta”, la cual aparecerá cuando una decisión estatal afecte, ¡no las propiedades sino las ganancias esperadas de una inversión suya en el país! ¡Y esta cláusula leonina cabe incluso contra decisiones en salud, educación y servicios públicos! ¡Un buen truco, además, para hacer irreversibles las privatizaciones!
El TLC les crea a los inversionistas estadounidenses una justicia especial para sus controversias con el Estado colombiano. Dice que se aplicará el derecho económico “consuetudinario”, explicado como el tradicionalmente usado por las trasnacionales en el mundo. ¿No se supone que el primer criterio de un contrato, como el TLC, es la precisión de las cláusulas? Le quita a Colombia casi todos los instrumentos con los que los países se protegen en las crisis financieras y de balanza de pagos, decisión monstruosa de estirpe colonialista. Y los colombianos podrán irse a trabajar a Estados Unidos, pero si aceptan empleos basura y entran por “el hueco”.
En telecomunicaciones se obliga a las empresas públicas colombianas a alquilarles sus redes, y a bajo precio, a los competidores gringos, los cuales ni siquiera tendrán que instalarse en el país. Y ya se supo que en parte la privatización de Telecom fue para adecuarse al TLC, porque este impone la absoluta igualdad entre las empresas del Estado y las trasnacionales de Estados Unidos. ¿No es el colmo igualar los derechos de la nación colombiana, expresada en su Estado, con los de cualquier mercachifle extranjero?
Y el TLC aumentará los negocios financieros de los estadounidenses en Colombia. En general sobre el tema, George Soros comentó: “Permitir que los bancos extranjeros entren en los mercados nacionales es un asunto totalmente distinto. Es probable que se lleven la mejor parte de todo el mercado donde disfrutan de ventajas competitivas y que dejen a los negocios minoristas menos rentables sin existencias”.
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