viernes, 18 de agosto de 2006

De la indignidad a la indignación

A propósito de un libro
De la indignidad a la indignación

Por Helena Villamizar García-Herreros

La Red Colombiana de Acción Contra el Libre Comercio y el ALCA, RECALCA, publicó el libro “De la indignidad a la indignación”, el cual recopila las declaraciones y principales documentos que durante el seguimiento analítico hecho al proceso de negociación del TLC realizó esta red. Este libro no sólo constituye un valioso testimonio histórico sobre la evolución de tan leoninas negociaciones para Colombia, las cuales dan origen al título del mismo, sino que como lo afirma Enrique Daza, debe servir “como herramienta educativa para lo que consideramos la lucha que ha de proseguir”.

Los escritos y acciones que durante estos años realizó Recalca fueron premonitorios sobre el verdadero contenido de este Tratado, como lo señalan con razón quienes han liderado este movimiento. La publicación de los textos no deja duda al respecto. Eran previsibles estos resultados en razón a lo negociado con otros países que nos antecedieron en la firma de Acuerdos bilaterales con Estados Unidos, y dadas además las consecuencias de los mismos en países como México; el esfuerzo para distorsionar la realidad por parte de los apóstoles del TLC no logra esconder los verdaderos resultados de dicho Acuerdo para esta nación.

Para nadie es un secreto que no hay equilibrio ni igualdad en la negociación entre dos “socios” en los que las diferencias de poder económico y político son monumentales. Como anotó Carlos Gaviria en el lanzamiento de este libro, hoy ningún estudiante de derecho civil cree en la ficción de que en todo contrato bilateral exista plena libertad y equilibrio entre las partes; como ilustración se refirió al contrato celebrado entre un trabajador y su empleador o entre un arrendatario y el arrendador. Con menos razón, alguien en sano juicio puede pretender que existían condiciones de igualdad en la negociación bilateral con Estados Unidos, señaló Gaviria.

Son evidentes las abismales distancias en la capacidad de negociación de los actores en este Tratado. Oxfam en su libro “Cantos de Sirena” muestra algunos indicadores de la colosal asimetría entre Estados Unidos y los países andinos y las relaciones económicas profundamente desiguales entre ellos. Por ejemplo, mientras Estados Unidos representa el 42% de las exportaciones andinas y el 26.7% de sus importaciones, estas naciones en conjunto participan con menos del 1% del comercio de Estados Unidos. En tanto a la agricultura corresponde el 31 % del empleo en Perú, el 22.7% en Colombia y el 30% en Ecuador y genera el 7.6%, 11.4% y el 7.4% del PIB en su orden en estos países, dicho sector tiene un peso inferior al 2% en el empleo y genera menos del 1% del PIB en Estados Unidos.
No obstante esta realidad desigual, señala OXFAM, Estados Unidos exigió la eliminación del sistema andino de franja de precios, importante mecanismo de estabilización para productos cuyos precios de importación son altamente volátiles, en tanto que la gran potencia conservó intacto su sistema de subsidios a la agricultura, de más de 20 mil millones de dólares anuales, fuertemente distorsionadores del comercio y causantes de la ruina de millones de agricultores en el mundo en desarrollo. “La intransigencia de Estados Unidos para eliminar la franja de precios impide a los países andinos la posibilidad de proveer una medida alternativa de protección para contrarrestar los efectos de los subsidios agrícolas. Asimismo, pone una vez más en evidencia el doble estándar de la política comercial externa estadounidense”. Esta es tan sólo una pequeña muestra del balance de la negociación en que el “trato especial y diferenciado” ocurrió a favor de Estados Unidos como muestra este estudio, cuyo título “Cantos de Sirena”, evoca la epopeya de Homero en que dicha música que endulzaba los oídos de los marineros los conducía finalmente a la muerte. Así les ocurrirá a los países andinos firmantes del TLC, tratado que constituye un verdadero canto de sirenas.

Lo ocurrido en agricultura, en propiedad intelectual, en inversión, por donde se miren los textos de este Tratado, como muestra el estudio de OXFAM, no deja dudas del “trato especial y diferenciado” que recibe Estados Unidos de parte de los países andinos en una asimetría al revés, es decir a favor del poderoso.

El espacio de esta nota impide enunciar los incontables atropellos a Colombia contenidos en el TLC. Vale la pena mencionar sin embargo el grave daño causado a la integración andina, sobre cuya defunción, no cabe duda, la responsabilidad primigenia recae en este Acuerdo. Oxfam señala con referencias concretas a la normativa andina como ésta es violada en los campos agrícola, de propiedad intelectual y de la política externa común de la CAN; igualmente anota el efecto negativo sobre el comercio entre estos países, del cual más de la mitad (56%), según estudio de la propia Comunidad Andina, estaría en riesgo con el TLC. Ello adquiere mayor gravedad dado que la composición del comercio intra Can es de más alto valor agregado que las exportaciones de estos países a Estados Unidos.

La historia no podrá eximir de responsabilidad al presidente Uribe y a los dirigentes que otorguen su aprobación a este lesivo Tratado. Los lideres que hasta ahora permanecieron mudos a la espera de los textos ya no podrán callar sin que sean también responsables de la debacle que nos espera. Los colombianos debemos exigir que los debates sobre el TLC en el congreso sean ampliamente difundidos, y que se otorgue a los opositores los mismos espacios para la discusión que han utilizado los defensores y cuyo poder en los medios ha permitido este gran engaño o “canto de sirenas” para los colombianos, pues la historia de esta negociación ha sido, como se refirió Carlos Gaviria al libro de Recalca, un recorrido de la indignidad con que el gobierno hizo inauditas cesiones a los Estados Unidos a la indignación que producen sus resultados.

El TLC no es solo agro e industria

El TLC no es solo agro e industria
Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 13 de agosto de 2006

Es sabido que las pérdidas agropecuarias del TLC van a ser inmensas, y puede demostrarse que las industriales serán mayores. Pero pocos conocen que el TLC es mucho más que comercio y que otras cláusulas incluso harán más daños. Porque las normas sobre importaciones y exportaciones ocupan seis capítulos del Tratado (100 páginas) y este tiene 23 capítulos (315 páginas, sin las 1.216 de los anexos y sin las de los otros tratados a los que ordena ingresar), los cuales adquirirán un rango parecido al de la Constitución (108 páginas), en el sentido de que nada podrá hacerse en Colombia que contradiga su texto.

El Tratado, como en una operación quirúrgica, le quita al país cada uno de los instrumentos que Estados Unidos y las demás potencias económicas usaron para desarrollarse. Se repite así la vieja maniobra imperialista que Friedrich List explicó como la de subir por la escalera y, una vez arriba, pegarle una patada a esta para que nadie más consiga llegar. Cómo será el TLC que se define como un OMC Plus, es decir, que con este la Casa Blanca impone capítulos enteros que no logró imponer en dicha organización neoliberal. ¡Y las normas de la OMC, que se aplican desde 1990, generaron el mayor retroceso de la historia del país!

El capítulo de propiedad intelectual fortalecerá el monopolio de las trasnacionales estadounidenses en contra de que Colombia desarrolle ciencia y tecnología, la base de todo progreso. Así, además y según la Organización Panamericana de la Salud, se elevarán los costos de los medicamentos en novecientos millones de dólares al año, pues no es cierto que esto lo impida una carta adjunta en el TLC, dado que Estados Unidos no la firmó. ¿Por qué el minComercio publica como parte del Tratado este y otros documentos que no suscribieron los estadounidenses? Habrá patentes para plantas y tampoco es cierto que se proteja la biodiversidad nacional ni los conocimientos tradicionales.

Colombia no podrá darles, en su territorio, ventajas económicas a los colombianos frente a los estadounidenses, lo que lesionará la inversión interna y les entregará a estos extranjeros el derecho a ganarse casi todos los contratos de las compras estatales. El TLC les otorga a los gringos la prerrogativa escandalosa, que no tendrán los colombianos y que no es parte de la OMC, de exigir indemnizaciones por “expropiación indirecta”, la cual aparecerá cuando una decisión estatal afecte, ¡no las propiedades sino las ganancias esperadas de una inversión suya en el país! ¡Y esta cláusula leonina cabe incluso contra decisiones en salud, educación y servicios públicos! ¡Un buen truco, además, para hacer irreversibles las privatizaciones!

El TLC les crea a los inversionistas estadounidenses una justicia especial para sus controversias con el Estado colombiano. Dice que se aplicará el derecho económico “consuetudinario”, explicado como el tradicionalmente usado por las trasnacionales en el mundo. ¿No se supone que el primer criterio de un contrato, como el TLC, es la precisión de las cláusulas? Le quita a Colombia casi todos los instrumentos con los que los países se protegen en las crisis financieras y de balanza de pagos, decisión monstruosa de estirpe colonialista. Y los colombianos podrán irse a trabajar a Estados Unidos, pero si aceptan empleos basura y entran por “el hueco”.
En telecomunicaciones se obliga a las empresas públicas colombianas a alquilarles sus redes, y a bajo precio, a los competidores gringos, los cuales ni siquiera tendrán que instalarse en el país. Y ya se supo que en parte la privatización de Telecom fue para adecuarse al TLC, porque este impone la absoluta igualdad entre las empresas del Estado y las trasnacionales de Estados Unidos. ¿No es el colmo igualar los derechos de la nación colombiana, expresada en su Estado, con los de cualquier mercachifle extranjero?

Y el TLC aumentará los negocios financieros de los estadounidenses en Colombia. En general sobre el tema, George Soros comentó: “Permitir que los bancos extranjeros entren en los mercados nacionales es un asunto totalmente distinto. Es probable que se lleven la mejor parte de todo el mercado donde disfrutan de ventajas competitivas y que dejen a los negocios minoristas menos rentables sin existencias”.